domingo, 10 de febrero de 2013

Domingo de carnaval en el bajío guanajuatense

            La memoria, espejo del tiempo, recupera las imágenes necesarias para dar a luz la batalla de agua del domingo de carnaval en León. Salir corriendo con un bote lleno de agua en loca persecución de tus amigos o vecinos de la cuadra, emparejarles la carrera y vaciar el chapuzón inminente. Así también huir para no recibir el baño tan merecido.

Otra manera más bella y menos acuosa es la broma tradicional de romperles en la cabeza un cascarón de huevo. Los cascarones decorados previamente con colores llamativos, engalanados con un cucurucho de papel y rellenos de confeti, agua florida, y en sus extravagantes y vengativas formas, rellenos de harina o el mismo huevo crudo. La batalla también es una oportunidad de venta de éstos, que algunas familias conservaron la tradición de guardarlos ya vacíos, darse a la tarea de la decoración y expender en el mercado. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta práctica ha ido perdiendo adeptos y generado actitudes de otros que han convertido la costumbre en una batalla de cáscaras de frutas, huevos podridos y otros variados objetos que lanzar.

Una comunidad que también conserva esta tradición, en su forma más estética es la ciudad vecina de Silao de la Victoria, distante a treinta kilómetros, en la cual se venden en la plaza principal los tradicionales cascarones. Coloridos puestos muestran una gama contrastante de éstos, sus formas más antiguas como flores de papel, o acomodados como canastas de huevos decorados, otros recubiertos de papel doblado para crear figuras de animales reales o míticos: corceles, unicornios y abejas. Sugerentes personajes de películas o televisión actualizan los cascarones, bailarinas, superhéroes, etc.

 
 
            Bien vale conservar lo bello de estas costumbres arraigadas en el bajío guanajuatense, darle un chapuzón a un amigo, aunque sea de recuerdos; o romperle en la cabezota un duro cascaron ilustrado relleno de agua florida. Aquí no hay desfiles de carnaval, ni bailes con máscaras, pero si una empapada tradición.

 

sábado, 2 de febrero de 2013

Del mar y los sueños

Comparto los poemas publicados en La Gualdra, suplemento cultural de La Jornada Zacatecas en su número 80, el 10 de diciembre de 2012.


Uno

 
Los sueños son el mar:
arrastran las arenas a las más ignotas playas,
las molidas y amasadas por la fuerza.
Arenas que llevan quimeras,
sirénidos ululares,
resoplos de vida onírica,
navíos extraviados.
Y en lo más recóndito,
junto las palmas de las manos en hueco
e impulso vientos dentro, caracola infinita.
Y el soplo que no duerme
arrastra mis lamentos
a otras tierras,
las secas,
las distantes.

 
Dos

 
Mi madre viene en los sueños
y me relame las angustias más abrumadoras.
Dice:
         - ¡mijito, reposa tranquilo!
Pero sé que estoy dormido,
atado en el mástil,
y elevada el ancla que sujetara mi navío.
Con cera en los oídos,
mis ojos ven
los desproporcionados senos
de nuestras captoras
como fuentes dulcificadas
que alimentan nuestras soledades.

 
Tres

 
Camino por el humus,
buscando el fondo del mar.
Pero no sufro ahogamiento alguno,
vivo en mis sueños.
En ellos,
deambulo por todas las ínsulas mediterráneas.
Saltarín.
De playa en playa.
Matando cíclopes para no volver a casa.

 
Cuatro

 
El cielo azul es solo un espejo
fuera del fondo del mar.
Los delfines y tritones
rompen la superficie
y vuelan en otros mares
antes de caer de nuevo en nuestra sustancia;
la que alimenta todas las fantasías
que construyen
los corales,
repiqueteos,
aleteos irradiantes
en mis pupilas de agua.

 
Cinco

 
El viaje de retorno
hacía la montaña rocosa
sigue un hilo que teje un manto.
También viene un perfume que se añeja,
y la ánfora pierde la fuerza que ata la nariz.
Pero las aguas mansas,
reclaman los surcos del rostro
que las observan.
Navegante en dos lágrimas,
regreso súbito.
Expulsado por el iris.

Seis

 
Salí de las sombras de la noche,
cueva ennegrecida por los siglos,
vomito alucinante,
atado en mis brazos el vellocino de oro,
corro hacia mi barca,
cuna,
mecedora en la que duermo.

 
Siete

 
Navegante,
avizoro en la cúpula celeste
             estrellas guías,
                              polaris,
                                        dheneb,
                                                          ursus minor…
la hamaca mece con el viento este viaje líquido.
Sujeto los brazos perdidos de Afrodita
atados a mi cuello.
Abrazo de fuego.

 

Puedes consultar el PDF de esta importante publicación de la zona centro mexicana en la siguiente dirección web: