sábado, 30 de marzo de 2013

Tertulia una voz permanente

 

Dos vírgulas forman la letra T inicial del nombre de la revista Guanajuatense TERTULIA, letras e imágenes. Esta publicación de carácter independiente, surgió en el año 1992 con una periodicidad trimestral. Los esfuerzos editoriales independientes, poco sospechan el valor de la permanencia y su viaje al futuro, la mayoría desaparece sin rastro; así por prodigios del sino, llegaron a mis manos varios ejemplares de esta importante empresa coordinada por Manuel Apodaca y Gerardo Rivera Lozano, quienes dirigían la revista hace veinte años, la intención expresa en la editorial los situaba como voceros de la literatura y arte joven de Guanajuato en la década de los noventa, antes de la época del desarrollo tecnológico del internet, blogs, las redes sociales y otros monstruos.

Para el año 1993, la revista Tertulia, letras e imágenes, festejaba su primer aniversario. Este número, en particular, ofrecía una visión personal de  los creadores acerca de la ciudad de Guanajuato. Abro sus forros y el aroma del papel permite ese bálsamo, que volátil, sacude la memoria y nos arroja al pasado. Impresa en tamaño medio tabloide conserva el contenido como pan recién salido, aún cálido. Los interiores recuperan fragancias que reposan mientras una atrevida mano hojea de nuevo sus treinta y dos páginas. Las grapas metálicas transmutadas en óxido ferroso, gotas sanguinolentas, manchan el albo papel, al mismo tiempo que le sujetan. Tertulia, concentraba en su número cinco (correspondiente al trimestre octubre-diciembre), textos de autores regionales, entonces Jóvenes promesas, hoy creadores consolidados. Figuraban en su consejo editorial Demetrio Vázquez Apolinar, José Báez, Raymundo Marmolejo e Ilse Gabriela García. Los escritos giran en torno a la forma en que estos autores se ven inmersos en el laberinto de piedras y túneles, misterio y leyenda, personajes vivos y fenecidos… como lo expresa José Báez en “Las teorías de la piedra”: ahí la idea de la piedra es otra cosa. Ya no es la cantera labrada de la Colonia, sino la roca burda del paleolítico. (pág. 7)

La 1ª de forros presenta una obra de Olga Costa: las bañistas, de estilo naif, producida en 1936. En el interior Manuel Apodaca, desarrollaba un escrito intitulado Olga Costa: resurrección de la flor, donde expone la importancia de la presencia de la pintora y del artista José Chávez Morado en Guanajuato, así como de la significativa donación de obra prehispánica al museo de la Alhóndiga de Granaditas en 1975 y la aportación del matrimonio con la creación del Museo del Pueblo de Guanajuato, en 1979.

Benjamín Valdivia, hidrocálido-guanajuatense, aportaba en esta edición un texto en cual oteaba al cocodrilo totémico del silaoense Efraín Huerta, a casi ochenta años de su nacimiento. Proponía para el estudio de su obra poética partir de una tetra-arquetípica postura: El amor, la historia, la política y la naturaleza. Contempla dualidades temáticas opuestas: Amor/política, Historia/Naturaleza; esa fusión de los dos pares de opuestos con sus respectivas contracciones de cada cual, se permea de la atmósfera y el estilo propios de Huerta: la violencia festiva, el humor y la corrosividad dirigidos por un vuelo superior. (sic. pág. 3) Bien valdría ahora la persecución de la tesis cuando se aproxima el centenario natal de tan insigne poeta para junio del año 2014. Expresa que para Huerta en la creación de los poemínimos se conjuga la síntesis y  la culminación. Valdivia construiría en años venideros, la obra que concentra el estudio más completo acerca de la Historia de la Literatura Guanajuatense, antes de la llegada del siglo XXI, editado por ediciones la rana, al cierre del milenio.

La cita con la  poesía queda a mano de Juan Manuel Ramírez Palomares, Pedro Vázquez Nieto, Juan José Araiza Arvizu, Gerardo Rivera Lozano, Francisco Azuela, Amaranta Caballero Prado e Ignacio Mao Galván Corona; más la traducción de poemas de Fernando Pessoa por Demetrio Vázquez Apolinar. Este nutrido grupo de poetas, formados varios de ellos en las aulas universitarias y ahora con una trayectoria admirable en las letras guanajuatenses, plasman en las páginas de Tertulia, ejemplos del quehacer postmoderno. Trascribo el poema Distancia II, del Leonés Juan Manuel Ramírez Palomares:

La noche
más profunda que su aparente sombra
más abandonada que sus descastados ángeles
más enloquecida que su burdel de humo
menos poblada que la garganta rota
La noche siempre antigua y joven
La noche un hombre en cada páramo
Callada como tu espalda
La noche ladra sus esquinas
nos une
me separa
Loca cigarra eriza la noche
la noche
vientre del agua


Cuestiones inevitables me acosan, ¿cómo recuperar en un formato electrónico el tiraje total de esta revista que agrupa a tantos exponentes? ¿Qué tan invaluable es el tesoro que resguarda? Seguro estoy que el tiempo nos dará respuestas no previstas o ampliará nuestras dudas. Releo, las palabras se re-escriben otra vez. Sumergido en cada texto busco antaño saber, y veo a través  del papel los muros de piedra viva, hedionda, cadavérica que se transmuta y momifica, por donde corre la sabia de los fantasmas que habitan la ciudad horadada, la ciudad tumba, la que alquimista resurge a diario y trastoca el tiempo. Mucho queda por escuchar en el silencio las voces que resurgen a través de sus páginas, mucho queda por decir.
David Uriel Martínez Varela