Diatriba de origen entre Leondres y Guanawaschinton
David Uriel
Martínez Varela
La identidad no se forja por prácticas políticas sino por hábitos sociales aprendidos en el hogar, chante, casa, jacal o cantón. Así pues en las primeras diatribas regionales en el estado se ha caracterizado o etiquetado a los originarios de la capital como nacidos en un "lugar culto", y algunos se la han creído dentro de su regordeta ignorancia, y otros desde la pedantería de la alcurnia heredada de sus antepasados criollos: hijos de la chingada madre india y violador padre español, o viceversa.
La zona del bajío guanajuatense, comprende diversa
población que se puede distinguir por el acento regional, y tono de piel que se
registra en el imaginario de descendencia. Las localidades cercanas a los Altos
de Jalisco poseen personas de tez blanca y ojiclaros, en otras zonas
geográficas del estado los rasgos naturales de sus pueblos originarios y acento
hispano purépecha o hispano otomí, acorde a sus orígenes. El tamaño de las
ciudades y su colocación en según el eje industrial también son factor de
distinción. Los escritores de Guanajuato se han dado a la ocasión de mostrar
estos rasgos de origen como distintivo en un son de burla. Según Jorge Ibargüengoitia
en Estas ruinas que ves: cita que… “Los habitantes de
Cuévano suelen mirar a su alrededor y después concluir: —Modestia aparte, somos
la Atenas de por aquí.”[1]
Pose de cultura y sapiencia. Así que algunos autores han criticado
impunemente la región de origen generalizando motes y sorna de la cuna heroica
de nacimiento. No dejando de la lado
la enorme carga de ironía.
También
describe burlonamente las razones de estas elucubraciones:
“Cuévano
es ciudad chica, pero bien arreglada y con pretensiones. Es capital del estado
de Plan de Abajo, tiene una universidad por la que han pasado lumbreras y un
teatro que cuando fue inaugurado, hace setenta años, no le pedía nada a ningún
otro. Si no es cabeza de la diócesis es nomás porque durante el siglo pasado
fue hervidero de liberales. Por esta razón, el obispo está en Pedrones, que es
ciudad más grande.” [2]
Esta mofa, sitúa
en diatriba la pequeñez de la ciudad de “Cuévano” identificada como Guanajuato
capital, en la región del bajío del altiplano, con la ciudad de León,
“Pedrones” que por ser la capital industrial se ha distinguido desde el s. XIX
como el granero de México otrora, y la capital industrial del bajío
guanajuatense. De plano los señala al poner en diatriba la dimensión de las
ciudades: “—Los
de Pedrones —dicen en Cuévano— confunden lo grandioso con lo grandote.”[3]
Y aunque no se lo atribuye se encierra en el prejuicio de haber nacido en
Guanajuato con descendencia aristocrática. Venido al caso, es pues esta
circunstancia que en la actualidad es la frase más redundante cuando de origen
se trata entre las vecindades pueblerinas.
Años más
tarde, Alejandro García, nacido en León en el barrio del Coecillo, cita en Manual muy mejorado de madrigueras y trampas,
A Zamorita ita ita desde Culiacas acas
acas, que:
“Había
jurado que no iba a engrosar las filas de los profesores endogámicos y sentía
cierto desasosiego tal vez provocado por mis prejuicios y rencillas de la
infancia, por la lucha entre la culta Guanajuandros y el pelado Leondres,
cuantimás si eras de Salsipuedes, que ni siquiera podría llamarse municipio.” [4]
En la brevedad
de este juicio, acepta la rivalidad imaginaria de las dos urbes, pero ahora con
los motes devenidos desde los citadinos leoneses y con su referente compuesto
de ironía. Catapulta además el origen del barrio de El Coecillo, antes
Republica de indios, lugar de su humilde cuna sin antecedentes castellanos ni la
rancia alcurnia del Centro leones. Ya en sus libros La noche del Coecillo y Salsipuedes,
logra situar dentro del imaginario, rasgos literarios de origen y el barrio
como generador de identidad. Ese vocabulario local lo acompañara en el
desarrollo de su quehacer de escritor, aunque su residencia ya no esté en
Guanajuato. Es un bagaje cultural aprendido en la casa y la calle que cohabitó.
Sendas
posturas nos han servido de cotorreo, dicho así, a las personas nacidas en
estos lares, pero tal situación denigra a la gran mayoría de originarios de
otros municipios que durante décadas han cambiado su lugar de nacimiento en
vías de una educación superior a la Universidad de Guanajuato, Alma Mater del saber regional.
"La tradición académica de la Universidad de
Guanajuato está enraizada en el siglo XVIII; el inicio de este proyecto
educativo tiene su primer antecedente en el Colegio de la
Santísima Trinidad fundado en 1732 a
iniciativa de doña Josefa Teresa de Busto y Moya, quien con ayuda de miembros
prominentes de la sociedad guanajuatense, entre los que destacan don Pedro
Lascuráin de Retana, crearon el Colegio en la casa de
doña Josefa y en la antigua capilla de los otomíes, donde actualmente se
encuentra el Patio de Estudios de Edificio Central. […] En 1945 el
Colegio del Estado se transforma en Universidad de Guanajuato, instalándose el primer
Consejo Universitario el 16 de mayo de ese año." [5]
De tal
suerte que si deseabas ser culto y tener un grado académico reconocido, no
había de otra que migrar a la capital del estado. Ya que la primera institución
de carácter superior fundada en León se daría hasta el s. XX.
"En noviembre de 1968, bajo el nombre de
Instituto de Estudios Superiores A.C. y utilizando las instalaciones del
Colegio La Salle en la Col. Andrade, el Hno. Manuel, junto a personas de la
ciudad, abrió las carreras de Contaduría Pública y Administración de Empresas.
[…]En 1973 se abrieron las carreras de Periodismo y Ciencias de la
Comunicación, en ese mismo año también la universidad cambió nuevamente de
nombre a Universidad del Bajío A.C. En 1975 se abrieron también las carreras de
Diseño Industrial, Hotelería y Turismo y Odontología, y dos años después se
abrió la carrera de Medicina Veterinaria y Zootecnia." [6]
Siendo la
primera sede universitaria fuera de la ciudad capital del estado. Después, se
extenderían otras instituciones de carácter superior:
"En 1978 se funda la Universidad Iberoamericana
Plantel León para extender los servicios educativos de la Ibero al estado de
Guanajuato y la región del Bajío. En el año de 1980 se logró la obtención por
donativo del terreno de 10 hectáreas donde se ubica actualmente el campus. En
1983 se inicia la construcción de la sede actual de la Universidad
Iberoamericana León." [7]
Alejandro García, se la rifa
con otros guanajuatenses no originarios de la capital, arrastrando lastres
regionales, ya que en estos parajes basta con escucharte hablar para saber tu origen.
Así que resalta la procedencia en la jungla universitaria, narra en Manual muy mejorado… que en la búsqueda
de una compañera de clase se cuestiona la ciudad originaria, al no tener
documentos domiciliares para localizarla, y supone que:
"Especulábamos si venía de Irapitsburg de los
Garrapatos, de Penjambusrgo de las Cachetonas, de Guanawaschinton de la Presa
del caldero Maldito, de San Frakestein de la Hijas de las Poquianchis, de
Siladelfia de los pipirisnais, de Ocampbul de los conejos." [8]
Renombrando las ciudades
vecinas y a la misma capital con nombres de burla: Irapuato, Pénjamo,
Guanajuato como ciudad, San Francisco del Rincón, Silao y Ocampo. Más adelante,
en la novela se refiere a otra localidad del estado de Gto., Huanímaro: “No me
malinterprete, compañero, es que tengo que decirle que hace unos días fui a
Huanimarete de los Suspiros y me enteré que…” [9]
Esta manía de renombrar las
ciudades, la hará extensiva en su novela, aún con el imaginario de otros
lugares de México, cita también un viaje en donde el interlocutor le aclara: “Me dice que me da un
aventón a Mazachusetts. Acepto que me lleve, ya que es su ciudad de residencia,
así no la desvío y me acerca a Zacatetapachiland.”[10] Renombrando a Mazatlán y Zacatecas. Y
posterior nombra a Culiacán, lugar al que viaja porque “Vine a Cualiacas acas porque me dijeron que
aquí vivía la banda.”[11]
En su travesía imaginaria va de un sitio a otro y tendrá que pasar por
ciudades como Durango a la que llama Durandarte.
Esta serie
de nominaciones es un lastré heredado por el prejuicio, por la monomanía
Ibargüentiana de la definición de origen:
“…La
ciudad está entre cerros, de los cuales, el más importante es el Cimarrón, que
es distintivo de Cuévano. Los que nacieron allí y salen de viaje, saben, al
regresar, que van acercándose a su ciudad natal al ver la cresta del Cimarrón,
que se distingue desde el Plan de Abajo, a cuarenta kilómetros de distancia.
Esta visión produce en los cuevanenses emociones profundas y variadas. A unos
se les llenan los ojos de lágrimas, a otros el corazón les da brincos de
alegría, otros, en cambio, aseguran que se les pone como puño cerrado, pero
todos se vuelven lapidarios, y dicen cosas como: "En México no soy nadie,
en Cuévano, en cambio, hasta los perros me conocen." [12]
Así como el
citar a la ciudad como ilustrada con su
origen cultural: “Pero dejando a un lado las minas para hablar de los cuevanenses,
conviene advertir que los sabios que ha habido en Cuévano se cuentan por
docenas. Los ha habido de todas las clases y en todas las épocas.” [13] Y contrasta con la
necesidad de migración a la capital de la República con la sorna de que los
mejores no residen en la ciudad natalicia, sino que han tenido que cambiar de
residencia:
“En
el campo de las leyes la aportación de los cuevanenses es menos digna de nota.
Esto se debe no a que la Universidad de Cuévano no haya producido
jurisconsultos —al contrario, la ciudad está repleta de licenciados— sino a que
los mejores de entre ellos hicieron camino a México y no volvieron a la
provincia.[…] En el centro del patio, tomando copas, estaba lo más granado de
Cuévano, los funcionarios, los agiotistas, los profesionales, los burócratas,
el jefe de la zona militar y algunos profesores universitarios. […] Los que salieron
de Cuévano y fueron a vivir en México quedaron con el sentimiento de culpa que
les hubiera causado abandonar un pariente cercano en el lecho de muerte.
Hablaban de Cuévano como si se tratara de un enfermo grave.”[14]
Lo obvio de
estas suposiciones en Estas ruinas que
ves, es replantear ante una sociedad cerrada y educada en los prejuicios
heredados una moralidad dudosa. Del hombre que regresa a su estado natural
familiar de una sociedad que no cambia su tradición regional:
“En
Cuévano hay algo que produce en el observador la sensación de que lo que está
viendo no es acontecimiento único, sino acto ritual que se ha repetido todos
los días a la misma hora desde tiempo inmemorial y se seguirá repitiendo hasta
la consumación de los siglos.”[15]
Los
prejuicios y el chisme distinguirán en la obra de Ibargüengoitia algunas de las
costumbres provincianas: “… —Ya ves lo que es Cuévano. Alguien inventa una cosa, se
la cuenta a otro, éste la repite y en una semana tienes a todo el pueblo
convencido de que es verdad.”[16] De
tal suerte, que no solo en la ciudad capital acontece este fenómeno social, es
reiterativo en casi todas las ciudades medias y pequeñas del estado, acrecentar
una mentira hasta pensarla verdad. Motivo que a los escritores les útil como
elemento narrativo y segregacionista en las historias.
Denostar en
sorna los orígenes, fundamentar la crítica social en costumbres, demuestra que
educa más la calle en cuestión de prejuicios y hábitos regionales. En ambas
novelas, el renombrar las localidades como recurso literario no va más allá de destacar
lo que en el imaginario colectivo es parte del sustrato personal. Tanto Jorge
Ibargüengoitia como Alejandro García se atan a la región como un referente de
origen. No dejaré de lado, que estas menciones son la burla más distintiva de
procedencia. Y Ud. ¿de dónde es? Yo soy de Leondres, de la mera Llamarada.
[1] Estas ruinas que ves,
Jorge Ibargüengoitia.-México: Joaquín Mortiz, 1994.-.
Edición PDF. p. 3
[2] Ibargüengoitia, Estas ruinas… p. 3
[3] Ibargüengoitia, Estas ruinas… p. 3
[4]
García Alejandro, Manual muy mejorado de
madrigueras y trampas, A Zamorita ita
ita desde Culiacas acas acas ICZ, 2014, p. 13.
[5]
Reseña Histórica de la Universidad de Guanajuato, en https://www.ugto.mx/conoce-la-ug/resena-historica-de-la-universidad-de-guanajuato,
Consultado el 5 de noviembre de 2020.
[6]
Universidad de la Salle Bajío. En https://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_De_La_Salle_Baj%C3%ADo
Consultado 5 de noviembre de 2020.
[7]
Universidad Iberoamericana de León, en: https://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_Iberoamericana_Le%C3%B3n
consultado 5 de noviembre de 2020.
[8] García
Alejandro, Manual muy mejorado… p. 17
[9] García Alejandro, Manual muy mejorado… p.
21
[10] García
Alejandro, Manual muy mejorado… p. 19
[11] García
Alejandro, Manual muy mejorado… p. 31
[12] Estas ruinas que
ves, Jorge Ibargüengoitia.-México:
Joaquín Mortiz, 1994.-.
Edición PDF. p. 4
[13]
Ibargüengoitia,
Estas ruinas… p. 4
[14]
Ibargüengoitia,
Estas ruinas… p. 5
[15] Ibargüengoitia, Estas ruinas… p. 8
[16] Ibargüengoitia, Estas ruinas… p. 73