En la publicación Obra reunida, 1976-2016. Poesía, acerca
de la poética de Juan Manuel Ramírez Palomares, a cargo de Ediciones La Rana;
se ha pretendido acopiar el trabajo literario en torno a la obra de este autor
nacido en León, Gto., (18 de marzo de
1957). Lugar del que emigró en plena adolescencia a la ciudad vecina de Celaya
en la que actualmente radica. Mil caminos andados y otras tantas miles de palabras, nos permite
acercarnos a la concepción de la imagen que le ha atrapado y exigido, como el
mismo cita: He venido al papel para dar
cuenta de mis actos, para hacer público mi vicio de vivir, mi oficio [..]
Extranjero en mi ciudad, desde los ojos intento traducir los hechos de la gente
que puebla espacios y actitudes.” [1]
(P. 31).
Así pues nos concede y pasa la estafeta de este sino que lo agobia: la escritura. Porque creo y dudo -¿de qué?- perduro en la letra como una mariposa hipnotizada por la luz, y quiero hundirme más en ella con obsesión de amante, con la sinrazón del adicto. Antes develada en su obra, en los versos publicados en La pesadumbre el olor de la fruta (Op. Cit. p.99 - 1988) ya nos advertía:
La
escritura
es
madre que asesina
amante
infiel
dura
arpía
mágico
organismo
en que se
vive entero
donde palpita
un ritmo
de alas
secretas
donde un
bosque
crece
En la antesala creativa, este poema manifiesta un interior que
desborda para con los otros que habitamos el mismo mundo, escribir conlleva la
responsabilidad del texto como un hijo muerto. Ese organismo que pulsa en lo
interior, el momento mágico de la evocación a través de los artilugios de la
retórica. El poema aparece, entonces como eje de dos corrientes ontogénéticas
complementarias: hacia adentro (en su basamento textual) y hacia afuera, hacia
su fundamento histórico, comunitario…[2]
por eso la necesidad comunicativa de lo que vivencia el yo. El poema encarna un modo peculiar de
existencia. El ser poético viene dado por un proceso entre cuyos momentos
resaltan los de mayor carga creativa; la confección intencional del texto
poético y la realización situacional y condicionada del poema. (Landa, p.
63)
Heredero de una lengua, manifiesta de forma temprana la contemplación
del entorno que habita y esta será una constante a lo largo de su producción.
Escritor y poeta se sitúa a la vista de sí y de los demás como un ente en
desamparo.
El poeta es
esa creatura
que no probó la luz
que deja el frac para mejores ocasiones
que fornica con las palabras
que se lava las manos con el sudor de su
frente
[…]
el poeta
dicen las señoras del mercado
es un dejado de la mano de Dios [3]
El derrotero que es vivir, obliga el presagio fatal, así pues su
poesía arrastra al pensamiento íntimo, a la soledad del escribiente ante la
perspectiva de la finitud. Nos observamos cotidiano y el reflejo de lo que habitamos y somos la larga
la agonía de la vida misma. ¿Cómo autodefinimos
aquello que no elegimos, que es el cuerpo mismo no elegido, el tiempo y
el instante que nos carcome y
enclaustra? Las voces se repiten y tintinean en lo profundo y explota en un
grito de autodefinición:
Tatuajes en
el aire
para escribir
existo y soy
para dormir
estoy soñando
para soñar
escribo y vivo [4]
… no es que
me haya dado
por renegar
de este traje lujoso de la vida
La disfruto
también como un perfume
como un trozo
de queso y un buen vino…[5]
Se apropia de las voces de esta lengua en heredad. De forma sencilla,
sin tropos innecesarios. Puntual en el decir, la imagen fabricada en el oficio,
orfebre meticuloso.
Yo que hablo
de memoria
y luego
cuento la longitud de las palabras
que tomo
distancia entre la voz y el verbo
no auguro
nada.
Nada recuerdo
Nada sé.
Deseo todo y
soy la bruma de la voz:
un eco. [6]
Juan Manuel es el acompañante de la soledad, de la ausencia obligada.
Expresará en su poética a lo largo del tiempo la condición de hallarse ante sí,
sin otros a las espaldas. En encuentro sin vestiduras, desnuda en palabras el
alma que nos posee. Y sabedor de ser para uno, el mismo que nos habla en el
interior. Autoreconocerse, ante la imagen falsa del espejo y la mirada íntima. La poesía es resultado de un proceso
consciente, aun al llevarlo al límite. Pero a veces no puedes ser muy
escéptico, y debes aceptar que hay una voluntad que te lleva por un camino. […]
la adquisición de un lenguaje, el azar de haber nacido en un espacio
geográfico…[7] ¿es
esto destino? Busca tercamente la luz que nos permita aclarar la imagen que nos
autoconstruimos.
La historia
del día
es la luz
la sombra
el sonido
y los seres
que la lloran… [8]
En su poética, que aunque variada en temas y propuestas situacionales,
permanece él. Juan Manuel, el de ayer, el de hoy. Aprueba ser el mismo que se
habita. Ahora un poco más lleno de polvo:
El hombre
que vuelve
es un poco
el mismo que
partió
lleva más
polvo
otras cosas
en sus ojos
cuerpos de
mujer y de vasijas
historias de
tierras diferentes
y un gusto
más cercano
por la selva
un amor
indescifrable
por los
astros
por las caras
de otros hombres
por sus pasos
Ese hombre
que vuelve
ahora está
huyendo
no quiere
mira más
¿Escribir es un
sino o una elección? En torno a la obra
reunida de Juan Manuel, observo meticulosamente esta atadura, ¿en qué momento
preciso tejieron estos hilos su urdimbre? Ya en palabras del mismo autor nos acerca a una causal,
primero fue lector, y ante las imposibilidades del mundo comenzó a escribir: ya en la secundaria, cuando empecé con mi
larga lista de amores imposibles, tuve los suficientes motivos para empezar a
escribir. Después como alumno de Herminio Martínez en la preparatoria, se
acercó asiduamente a la lectura y al saber que otros jóvenes de su edad
escribían, como es el caso de Eugenio Mancera, se lanzó a esta tarea.
Hoy fruto de
esta terquedad, de este oficio, rinde cuentas ante una madre que mata de a
poco, día con día ante el papel. El que nos ve y se ve a través de la luz y del
espejo:
Frente al
espejo
miro lo que
hay detrás
papeles
viejos
girasoles y
luz
un rumor de
alas perdidas mi sombra que mancha con su vaho [10]
[1] Ramírez
Palomares, Juan Manuel, Obra reunida,
1976-2016. Poesía, Ediciones la Rana, Col. Autores de Gto., 2018
[2] Landa, Josu,
Poética, Fondo de Cultura Económica, México , 2002. Pág. 62
[3] Op. Cit. Pág.42. De otro fue la palabra, 1979.
[4] Op. Cit. Pág. 63, El cuerpo a la luz, 1985.
[5] Op. Cit. Pág. 151, La pesadumbre el olor de la fruta, 1988.
[6] Op. Cit. Pág. 183, Aire en vendaval, 1991.
[7] Op. Cit. Pág. 23.
[8] Op. Cit. Pág. 295, Historia del día, 2002.
[9] Op. Cit. Pág. 113, La pesadumbre el olor de la fruta, 1988.
[10] Op. Cit. Pág. 387, Azogue, 2009
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