Dos poemas de la desolación
David Uriel Martínez Varela
Uno
Para la desolación
no hace falta el abandono
ni la cruenta despedida.
Tan solo dejar que la tierra tiemble;
porque sí,
porque tiene ganas,
ver la casa desmoronarse
y sacudidos de los árboles
se caigan los pájaros.
Tampoco falta que no me veas más.
Nací ciego y solo mis manos te recuerdan.
Dos
Para la desolación
viene el viento y devasta todo
dejando profunda herida.
Llega el temblor de septiembre:
nomás así,
transmutando de lugar las casas,
que sorprendidas al cambiarse
se llenan de arreboles
a bocajarro.
Tampoco hace falta que me escuches más.
Las palabras ensortijadas me sueñan.
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