Conocí a Javier Sicilia en una conferencia en la Universidad Ibero de León, el rostro desaliñado y la retórica filosófica acerca de la belleza y el papel del artista en la producción de la obra. Esta, confieso, es la única vez que he hablado con él y lo más seguro que ni se acuerde de mi. En la sala, alumnos obligados a escuchar la conferencia como tarea para alguna materia, docentes de la Universidad y nosotros, me acompañaba Víctor Sotelo, un par de colados atraídos por el imán de Javier. Al concluir nos acercamos al poeta, aunque el diálogo fue breve, nos aminó a continuar en la producción de El Canto del Ahuehuete que apenas iniciaba, era octubre de 2009 y llegamos con el ejemplar número dos en las manos, que le causó un golpe de recuerdo y expresó que todos habíamos comenzado así, con folletos y fanzines, que no desistiéramos; una cómplice sonrisa alumbro su rostro pues el alma se había fugado al pasado con delicia.
Durante la conferencia, tomé algunas notas de su decir, paradójico instante, su voz pausada leía algunas de sus ideas, la poesía es la revelación de lo que el poeta sabe de la vida y lo expresa en la muerte, lo que sabe de lo infinito y lo expresa con lo finito… La poesía es el camino de la muerte del poeta que resucita en la revelación de la obra… con esta y otras reflexiones, pretendía explicarse el actuar de los poetas como servidores de un don, la relación entre la palabra y la cosa, el alma y el poema, el lenguaje y lo entramado del espíritu humano. Varios meses después leería los versos que cierran su etapa poética, la que él conocía del mundo de los vivos con la muerte de su hijo:
El mundo ya no es digno de la palabra
Nos la ahogaron adentro
Como te asfixiaron,
Como te desgarraron a ti los pulmones
Y el dolor no se me aparta
sólo queda un mundo
Por el silencio de los justos
Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo. [1]
Acudo nuevamente a su voz: el poeta se entrega a la muerte sacrificando las delicias del mundo, la poesía es profundamente revolucionaria… Y tras aquellos acontecimientos se lanzó a la calle. Los motivos de la ausencia y el dolor de la pérdida de Javier son un motor que lo ha llevado a expresar este estrepitoso grito acompañado de otras voces que, cual susurros, estaban olvidadas. Voces sin ser oídas por las autoridades y que revelaron la condición de abandono. Regreso al poeta, que se extiende a través de la obra, ahogados, el mundo indigno de la voz, el desgarro del alma, el único mundo posible para él: el silencio de los justos.
Como resultado de aquel breve encuentro, produje el poema La Masa y el Viento,[2] cuyas líneas comenzaron a surgir durante aquella conferencia alterna a las notas que registré en mi agenda de mano, el poema de asunto amorosos-filosófico, pretende desentrañar el misterio de la fusión en los seres, provistos de un cuerpo y espíritu. A muchos días de distancia, tras la noticia fatal que pusiera al poeta Javier Sicilia en la plaza, y por mi admiración por la lucha que encabeza por la solución del silencio obligado del dolor, escribí los versos del poema Pala-Bra,[3] que dedico a Javier Sicilia y transcribo a continuación:
Agotada la pluma
debatió entre el lodo la pereza del mundo
y la sagaz locura quijotesca.
¡No escribiré más!
Grita el poeta en la plaza pública,
con un dolor extrahumano
que cava su pala-bra:
-Pala corroída,
-Brazo entumecido.
Huérfanos de hijos.
Vaciados los ojos de los padres en llanto.
Van de blanco en el silencioso estruendo de sus pasos.
Un pueblo
que marcha siempre
en vacío,
en descontento
cubren con recuerdos las tumbas
con la última esperanza en la pala-bra:
-Pala derruida
-brazas ardientes.
[1] http://www.zonafranca.mx/el-ultimo-poema-de-javier-sicilia-es-para-su-hijo-muerto/
[2] La masa y el viento, El Canto del Ahuehuete, número cuatro, noviembre de 2009, pág. 1.
[3] Pala-Bra, El Canto del Ahuehuete, número veinte, noviembre-diciembre 2011, pág. 4.
Enero de 2012, El poema Pala-Bra, fue publicado en el blog: escritores por Juárez: http://escritoresporjuarez.ning.com/
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